En este mundo traidor, no hay verdad ni mentira: todo es según el cristal con que se mira.
Ramón De Campoamor

Esta frase de Campoamor es la justificación de muchos argumentos. Sus defensores aseguran que la verdad no existe, pues es una construcción completamente subjetiva y por lo tanto cada quien tiene un -su- trozo de ella.  

Es cierto: hay problemas, circunstancias, en donde la subjetividad impera, pero aún en las disciplinas más susceptibles a esto (el arte, por ejemplo) siempre existe un referente, un paradigma, un contexto que nos permite aproximarnos y apreciar con mayor acierto el sujeto en cuestión.   

Esto no le gusta a mucha gente. Pensar en que todo es "según se mire" nos permite opinar con mayor desenfado sobre cosas totalmente ajenas a nuestra formación y experiencia.

Fraccionar la verdad como la suma de perspectivas es la mejor excusa para que las tesis más disparatadas sean valoradas de la misma forma que aquellas que son verificables, pues ambas son catalogadas como verdades personales.

¿Lo hechos son construcciones democráticas?

Si abordamos los hechos desde esta “teoría de los cristales” sería imposible determinar cuándo una opinión pasa a ser información y por lo tanto se renuncia a la posibilidad de crear conocimiento y soluciones mediante el debate. 
  
Por esto defiendo el hecho de que la verdad es una posibilidad.

Así pienso desde el cristal por el que miro. 

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